30 junio, 2008

Los Rastrojos y las bandas emergentes de los paracos se fortalecen

EL ESPECTADOR
En el Valle del Cauca los ejércitos del narcotráfico volvieron a hacer de las suyas.

El Valle del Cauca está viviendo dos realidades: la de un pasado reciente que se muestra hoy en televisión a través del seriado El cartel, y la guerra que continúa agazapada en la aparente calma que se capta en las cordilleras occidental y central del departamento. Dos verdades que, en tiempos diferentes, tienen a los mismos actores: ‘Los Rastrojos’ y ‘Los Machos’. Ejércitos de unos 800 hombres que aún continúan al servicio del narcotráfico y que provocaron, una vez más, que la Defensoría del Pueblo lanzara su voz de alerta.

Son historias que se desarrollan simultáneamente. La primera, tiene a los colombianos atrapados en la pantalla chica con un libreto sobre la disputa entre narcotraficantes que se vivió en los últimos 20 años y, la segunda, está viva y llenando de pánico a los habitantes de una región donde pareciera que los grupos armados ilegales hubiesen pactado una eterna confrontación armada que azota sin piedad a los vallecaucanos desde la muerte de Jorge Eliécer Gaitán.

Mientras en la televisión la historia negra de los comienzos del cartel del norte del Valle del Cauca entró en la fase de las traiciones, en la vida cotidiana hay otra realidad que se reedita en los confines del Cañón de Las Garrapatas, la frontera con el Chocó y los municipios de Buenaventura, Pradera, Florida, Riofrío y Trujillo, donde el espanto de la muerte es la constante que avanza hacia otros municipios del norte, y los ríos se convierten en cementerios flotantes. Algo similar a lo sucedido en el río Cauca, donde a comienzos de los 90 sus aguas se convirtieron en las depositarias de no menos de mil muertos.

Este nuevo frente de guerra será expuesto al Gobierno dentro de pocos días por el defensor del pueblo Vólmar Pérez, quien envió al Valle del Cauca una comisión de investigadores para constatar una serie de denuncias que llegaron a la institución recientemente. Tras indagaciones con consultores de las Naciones Unidas, autoridades locales y la misma población, analistas del Sistema de Alertas Tempranas (SAT) de la Defensoría lograron consolidar un informe en el que se demuestra el renacer de los ejércitos privados del cartel del norte del Valle y las aparentes alianzas entre la guerrilla y estos grupos.

Reacomodamiento

Los investigadores encontraron que si bien las vendettas entre los capos Diego León Montoya Sánchez, alias Don Diego, y su archienemigo Wílber Alirio Varela, alias Jabón, llegaron a su fin y provocaron en comienzo una desbandada en los grupos armados de ambos sectores por la captura del primero y la muerte en Venezuela del segundo, en pocos meses el mapa delincuencial se reacomodó y dejó en la escena nuevamente a ‘Los Rastrojos’ (de Jabón)y ‘Los Machos’ (de Don Diego), que se oxigenaron hasta convertirse en un poder que está acorralando a las administraciones locales y a sus habitantes.

Por el momento, ‘Los Rastrojos’ se tomaron el poder. Dicho dominio, según el documento de la Defensoría, surgió como resultado de la crisis financiera padecida por el grupo rival ‘Los Machos’, tras la detención de su máximo jefe Don Diego, lo que produjo una iliquidez en las arcas destinadas al pago de los cultivadores y recolectores de hoja de coca. Situación que fue aprovechada por hombres del desaparecido Wílber Varela, quienes de inmediato consolidaron su presencia en el cañón de Las Garrapatas y la cuenca del río San Juan, en el Chocó.
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