Adán Rojas o 'El Negro' como era conocido en la Sierra Nevada de Santa Marta, rindió versión libre en Santa Marta y contó cómo fueron sus guerras en la Sierra Nevada de Santa Marta.
Quien llegara a ser el jefe del grupo de los Rojas de las Autodefensas Unidas de Colombia, contó en una versión de Justicia y Paz, su recorrido en el conflicto armado en Colombia. En los tres días de versión (3, 4 y 5 de junio) Adán Rojas, sus hijos Rigoberto, José Gregorio y Adán, y su sobrino Camilo, reconocieron la comisión de más de cien hechos, la mayoría homicidios, algunas masacres y desapariciones. También se refirieron a las relaciones con los políticos, empresarios, comerciantes y fuerza pública. Cada vez que se sabe que hay versiones circulan rumores de que los Rojas han seguido extorsionando y delinquiendo desde la cárcel.
El entrenamiento de Rigo
La guerra con Hernán Giraldo
Adán Rojas Ospino, el patriarca del clan, ha estado en guerra desde niño. Su padre fue asesinado por orden de ‘Charro Negro’ y ‘Tirofijo’ cuando tenía once años. Lo mataron en la región de Planadas, Tolima, porque el Ejército lo ayudaba en sus labores campesinas. El asesinato de su padre lo amargó y llenó de venganza, por eso terminó vinculándose a una banda comandada por los bandoleros conocidos con los alias de ‘Peligro’, ‘Mariachi’ y ‘Canario’, que por seis años se dedicó a cazar a Tirofijo para matarlo.
En 1956, con sólo 12 años, ya había empuñado las armas y la muerte de su padre había marcado su vida para siempre. Del Tolima se desplazó con su madre y sus hermanos a Chapinero, Huila, pero antes de cumplir veinte años se fue de su casa y llegó a Palmor, corregimiento de Ciénaga, Magdalena, en la Sierra Nevada de Santa Marta, donde echaría raíces y conformaría una numerosa familia y una banda que hoy tiene una larga historia de asesinatos y violencia.
Allí con un dinero que le dio su madre y un préstamo de la Caja Agraria de Ciénaga compró una finca cafetera en la zona La Quebrada del Medio. La finca la vendió y se fue montaña arriba, a la vereda Mocoa, donde compró siete parcelas que luego englobó y salieron las fincas, Casa Brava y San Martín. Estaba tranquilo dedicado al pastoreo de ganado y a la crianza de sus seis hijos, cuando a finales de los setenta y comienzos de los ochenta apareció el frente Domingo Barrios del Eln y comenzaron a extorsionarlo.
Como Adán se negó a pagar a los guerrilleros, éstos le mandaron un mensaje: que desocupara la tierra. Pero Adán Rojas estaba resuelto a darles la pelea y no lo hizo. Habló con vecinos, juntaron varias armas y acordaron enfrentarse a la guerrilla.
La guerra con el Eln comenzó muy pronto, le quemaron las casas de sus fincas San Martín y Santa Gertrudis, y se le llevaron cientos de reses. Sin embargo, aguantaron.
Según contó el mismo Rojas, en 1983 ya tenía un grupo del cual formaban parte sus hijos mayores y los vecinos. Al comienzo llegó a tener 30 hombres armados, pero a finales de los noventa el grupo de los Rojas pudo haber tenido cerca de 60 hombres armados.
Aunque tenía su finca, vivía en una casa al pie del mercado de Santa Marta con su familia. Muy cerca de él vivía otro colono cafetero de origen paisa, Hernán Giraldo, con quien entablaría una fuerte amistad por varios años, pero después tuvieron discrepancias y se fueron a la guerra. Se hicieron amigos en el año 1984, para entonces ya cada uno tenía su grupo. Giraldo le propuso que partieran el territorio, que él cogía desde Santa Marta hasta Palomino, Guajira. Y Rojas cogiera desde Santa Marta hasta el Ariguaní. La base de los Rojas era en Mocoa, una vereda del corregimiento de Palmor.
El entrenamiento de Rigo
Rigoberto Rojas o 'El Escorpión' fue entrenado por mercenarios en el Magdalena Medio. Foto Verdad Abierta.com
A medida que el Eln crecía en hombres y se establecían en la zona frentes de las Farc, los problemas de la familia Rojas y de los vecinos de la región de Palmor, aumentaban por cuenta de la extorsión y las amenazas. Aunque se defendían con unas pocas armas, un día Adán Rojas le comentó a su amigo Camilo Dávila, hermano de los políticos José Domingo y del narcotraficante Eduardo, lo que estaba ocurriendo.
Dávila le dijo contactos en el Magdalena Medio en donde estaban entrenando grupos paramilitares. Fue así cómo acordaron enviar a dos muchachos, pero a los pocos meses no se reportaban, entonces les pidieron que enviaran dos más.
Rigoberto, hijo mayor de Adán, se ofreció a asistir al entrenamiento. En 1986 junto con otro vecino de la región viajaron a Medellín y del aeropuerto los recogió un helicóptero que los llevó hasta Puerto Boyacá a una finca que le decían Casa Loma.
De esa finca los trasladaron a la escuela de entrenamiento conocida como ‘La 50’, en donde se encontraron con los dos muchachos que habían enviado inicialmente.
En febrero de 1987 fueron llevados a la finca ‘Doble Cero’, cerca de Montería, y después por orden de Fidel Castaño los mandaron a Misiwuay, un campamento de enrtenamiento de las auc en córdoba, en donde Rigoberto conoció a Carlos Castaño, quien también hacía el curso con instructores como Yair Klein y un teniente retirado del ejército de apellido Meneses, más conocido como 'Ariel Otero'. Los dirigentes de esa escuela eran Gonzalo y Henry Pérez.
En el 87, Rigoberto regresa a Santa Marta y se hace cargo de la parte militar, le decían ‘Rigo’ o ‘El Escorpión’. Las instrucciones eran atacar a la guerrilla en todos sus frentes urbanos, rurales y políticos. A partir del año 1987 comenzaron a ser parte del grupo de los Castaño, tenían como una franquicia por haberse entrenado con ellos. Las primeras acciones bajo el mando militar de ‘Rigo’ fue contra la UP y lo que ellos denominaban ‘los sindicalistas que trabajaban para la guerrilla’. (Leer 'El escorpión', entrenado para matar)
Como jefe militar, ‘Rigo’ o ‘El Escorpión’, también fue entrenador y contó cómo era la formación que se impartía para descuartizar a las víctimas. Cuando cometían un homicidio o masacres cuyos cuerpos sepultaban, la inducción a los principiantes consistía en familiarizarlos con el olor a sangre, obligándolos a que, una vez hubieran descuartizado a sus víctimas, permanecieran con las manos y la ropa manchadas de sangre durante todo el día. Tenían que comer con las manos ensangrentadas.
La guerra con Hernán Giraldo
Hernán Giraldo o 'El Patrón' fue extraditado en mayo de 2008 a los Estados Unidos acusado de narcotráfico. Foto Semana
En la medida en que los Rojas ganaban terreno en la guerra, empezaron a hacer alianzas con otros terratenientes que, como ellos, habían colonizado la Sierra Nevada de Santa Marta, como Hernán Giraldo quien ya se conocía en la zona como el jefe de un grupo paramilitar que primero se conoció como 'Los Chamizos' y después como el Frente Contrainsurgencia Tayrona.
Giraldo, al igual que los Rojas, llegó a la Sierra en 1969, según él huyendo de la violencia en su región. Allí consiguió trabajo en una finca como recolector de café, pero por la presión de los grupos armados decidió organizarse y enfrentar por su cuenta a la guerrilla. Giraldo también empezó a comerciar con droga, en especial con marihuana, y necesitaba un ejército para defender sus cultivos.
Según la revista Semana este grupo dominó la Sierra por casi veinte años, hasta que en el 2000 se soltó una fuerte pelea interna entre Rojas y Giraldo por el control del narcotráfico y que dejó varios civiles muertos y heridos. Carlos Castaño entró en la pelea apoyando a Rojas hasta que en el 2001, luego de varias explosiones y atentados en Santa Marta, llegaron al acuerdo que creó el Frente Resistencia Tayrona con Hernán Giraldo como su comandante y alias “Jorge 40” como su jefe militar. Este grupo paramilitar alcanzó a reclutar 1.200 hombres y mujeres.
Adán y sus tres hijos han dado cada uno su versión del enfrentamiento y los tres coinciden, con algunas diferencias.
Según Adán, Giraldo lo citó a una reunión en Bonda, a la que asistieron Jairo Musso (conocido con el alias de ‘Pacho’, narcotraficante), Alvaro Padilla (narco extraditado), Euclides Gómez (ex concejal de Santa Marta) y Hubert Moreno, miembro de la banda conocida de ‘Los chamizos’. A él lo acompañó su hijo Rigoberto, alias de ‘El Escorpión’. Adán Rojas Ospino se encontraba en libertad porque había sido rescatado de la cárcel por sus hijos.
Según cuenta el Nuevo Herald el punto de quiebre de la organización se produjo el 9 de octubre del 2001, cuando un grupo de escoltas de Musso acribilló a tres oficiales de la policía que investigaban a los narcos. En respuesta al asesinato, agentes de la DEA que trabajaban hombro con hombro con los oficiales, redoblaron su apoyo a las investigaciones y facilitaron el suministro de fondos y equipos que le permitió a la policía asestar golpes contundentes al Frente Contrainsurgencia Tayrona, dirigido entonces por Giraldo.
La masacre de los policías ocurrió en octubre del 2001, de acuerdo con las autoridades entrevistadas, marcó el principio de la ofensiva de Estados Unidos contra la estructura del narcotráfico de las Auc, las cuales hasta entonces se habían promocionado ante el gobierno estadounidense como un ejercito irregular pero necesario que contenía exitosamente el avance de la guerrilla izquierdista en varias zonas del país.
Los hechos ocurrieron frente al Mendihuaca Caribbean Resort, complejo turístico al norte de la ciudad de Santa Marta. Más de una docena de escoltas de Musso, armados con fusiles AK 47, descargaron buena parte de sus provisiones en la camioneta a bordo de la cual iban los policías vestidos de civil. Los policías investigaban las actividades de Humberto Meneses Sepúlveda y José Ortiz Miranda. Ambos presos en Estados Unidos por narcotráfico.
Dos turistas que habían sido testigos de la balacera y que se arrastraban por el piso tratando de escapar, fueron ejecutados. También un celador que presenció el ataque. Los sicarios pusieron en la camioneta los cuerpos de las víctimas y, a pocos kilómetros de allí, les dieron un tiro de gracia.
Los cuerpos fueron hallados al día siguiente en la ribera de un río cercano. Nueve familiares de un testigo del ataque, incluyendo sus padres, su abuela, hermanos y primos, fueron descuartizados meses después. Las Auc sospechaban que el testigo había hablado con la policía.
De ordinario, las operaciones de secuestro, tortura y descuartizamiento las llevaban a cabo las Auc en una finca llamada La Porciosa, a 35 kilómetros al norte de Santa Marta, donde estuvo secuestrado durante varios días el ex senador colombiano Jorge Gnecco, muy cuestionado por supuestas actividades de corrupción. Los jefes de las Auc querían obligarlo a firmar escrituras y endosar sus propiedades a la organización antes de matarlo. El gobierno intervino y fue liberado.
A partir del asesinato de los policías y con el apoyo de la DEA, las autoridades colombianas confiscaron al cartel unas 16 toneladas de cocaína.
Otro hecho que motivó la guerra entre Giraldo y Los Rojas fue el asesinato de Emérito Rueda, amigo de Giraldo.
En un episodio confuso, Los Rojas asesinaron a Rueda y a un sobrino cuando intentaron robarle un carro cerca de Guachaca. Ambos fueron asesinados y sus cadáveres quedaron en el sitio de los hechos, donde al parecer fueron recogidos por Hernán Giraldo. Rueda, según Rigoberto, era un narcotraficante que creyó que iban a robarle 35 kilos de cocaína que llevaba en su poder. Los Giraldo dijeron que los Rojas querían secuestrar a Emérito.
Esos dos hechos provocaron una guerra que perdieron los Rojas. La persecución contra Adán y sus hijos fue implacable. Las autoridades también los buscaban y como resultado de la persecución, Adán Rojas y su hijo Rigoberto fueron detenidos y están presos desde el 2000.
La casa donde vivía la esposa de Adán Rojas fue atacada con granadas. Giraldo envió un grupo de 150 hombres para matarlos, durante la guerra se registraron cientos de muertos en la región de Girocasaca en la Sierra Nevada, y en Santa Marta y otras poblaciones aparecían muertos diariamente.
Los otros hijos de Rojas, como José Gregorio, alias ‘Goyo’, Adán conocido como ‘el negro’ y Juan Carlos huyeron al Tolima en 2000. Al final Uber y Octavio Rojas Valencia, conocidos como los ‘Vaca’, hombres de Carlos Castaño y primos de los Rojas, fueron los que intercedieron ante su jefe, que al final terminó protegiendo a los Rojas.
Los Rojas, José Gregorio, alias ‘Goyo’ y el ‘Negro’ Adán le dijeron a Castaño que querían regresar a Santa Marta.
Según Los Rojas, ‘Pacho’ Musso le echó la culpa a Castaño de la muerte de los policías y también de varios homicidios en Santa Marta. Castaño aprovechó esta situación y le ordenó a Adán que se pusiera a órdenes de Rodrigo Tovar Pupo alias 'Jorge 40'.
'40' le ordenó a Rojas que manejara Santa Marta y exterminara a los Giraldo. 40 le ofreció armas para que ingresara a Santa Marta a combatir a los Giraldo. Adán ingresó por Minca donde las Auc tenían un grupo de 30 hombres manejados por alias ‘Caucasia’.
A raíz del fiasco con la policía, Carlos Castaño, jefe de las Auc, estaba inconforme con lo que había hecho Hernán Giraldo, jefe del Frente Resistencia Tayrona y socio de Musso, y en su lugar le dio poderes a 'Jorge 40', para que tomara el control de la zona.
Por la región de la Guajira entró un grupo y por la parte sur de la Sierra, venía el grupo de los Rojas apoyado por Jorge 40. Durante tres meses, entre diciembre y febrero hubo enfrentamientos en la parte alta del macizo montañoso y Giraldo como estrategia para llamar la atención mandó a las comunidades a que bloquearan la troncal.
Jorge 40 hizo que las tropas de Giraldo se rindieran luego de varios combates en la Sierra Nevada y se consolidó como el gran jefe del Bloque Norte de las Auc, con los mismos métodos de extorsión y muerte de su antecesor. A su lado y para ejercer el control de las actividades de narcotráfico, Castaño envió a un hombre de su confianza, Eduardo Vengoechea, alias El Flaco.
Giraldo estaba perdido militarmente y buscó la manera de llegar a Carlos Castaño y a Salvatore Mancuso para detener la guerra, enviando incluso a uno de sus hijos como garantía. Según los Rojas el ejército protegió al grupo de Giraldo, que para esa época se llamaba Autodefensas Campesinas del Magdalena y la Guajira (ACMG). Finalmente el 29 de febrero del año 2002, en un sitio conocido como Los Cocos firmaron la paz y Hernán Giraldo quedó como jefe político y Jorge 40 como jefe militar. El 60 por ciento de los ingresos serían para el Bloque Norte y el 40 restante para el nuevo frente, al que llamaron Resistencia Tayrona. Otra versión diferente a la de los Rojas, atribuye el enfrentamiento a la pérdida de un cargamento de coca de Jorge 40 y nadie le quería responder.