El secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, ha expresado repetidamente en las últimas semanas el temor de que los países más pobres, y dependientes de la asistencia internacional para su desarrollo, sean las víctimas colaterales de las graves dificultades por las que atraviesa la economía global.
En ese contexto, Ban se reunió hoy con un grupo de reconocidos economistas con los que discutió durante hora y media sobre las perspectivas que afronta la economía mundial y cómo la crisis financiera afectará a las naciones emergentes y menos desarrolladas.
El encuentro contó con la participación del profesor de la Universidad de Columbia y Premio Nobel de Economía, Joseph Stiglitz, y del catedrático del centro de administración pública Kennedy de la Universidad de Harvard, Dani Rodrick.
También estuvieron presentes el director del Instituto de la Tierra de la Universidad de Columbia, Jeffrey Sachs, y la presidenta del Centro para el Desarrollo Global, Nancy Birdsall.
La portavoz de la ONU, Michele Montás, señaló que los asistentes "intercambiaron puntos de vista" sobre la financiación del desarrollo, el sistema financiero global, así como el papel regulador que deben desempeñar las instituciones financieras multilaterales y la posible reforma" de las mismas.
Ban aprovechó el acto de celebración en la Asamblea General de la ONU con motivo del reciente Día Mundial de la Alimentación para volver a enviar una señal a los países más ricos.
"Los Gobiernos deben asegurarse de que la crisis financiera no socave su compromiso de proporcionar más ayuda y otras recursos financieros para alcanzar los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM)" en 2015, recalcó.
El secretario general recordó que en la conferencia internacional sobre la financiación del desarrollo, que se celebrará en noviembre en Doha (Qatar), tienen "la oportunidad, de verdad, de marcar la diferencia" para reducir el hambre en el mundo.
En una intervención en el mismo acto, el ex presidente de Estados Unidos Bill Clinton subrayó que la crisis financiera "no puede ser una excusa" para que las naciones más desarrolladas se olviden de sus compromisos.
"Es muy importante que los países ricos, las personas ricas y las grandes empresas, por mucho que sufran en esta crisis, no la utilicen como excusa para olvidarse de otros asuntos", dijo.
Se espera que Ban traslade su preocupación a los asistentes a la cumbre del 14 y 15 de noviembre convocada en Washington por el presidente estadounidense, George W. Bush, en la que participarán los miembros del G-20, integrado por países desarrollados y emergentes.
Ban propuso el pasado 18 de octubre que la cumbre se celebrara en la sede de Naciones Unidas en Nueva York, pero la Casa Blanca se adelantó convocándola en Washington y limitada al G-20.
Este grupo está formado por la Unión Europea (UE), los miembros del G7 - EE.UU., Canadá, Japón, Alemania, Reino Unido, Italia y Francia -, Rusia, China, India, Argentina, México, Brasil, Corea del Sur, Australia, Indonesia, Arabia Saudí, Suráfrica y Turquía.
La decisión de convocar solo al G20 no ha sentado muy bien en algunos círculos diplomáticos, que consideran poco democrático que la receta para resolver un problema global sea adoptada por un grupo reducido de países.
Así lo subrayó hoy el presidente de la Asamblea General, el nicaragüense Miguel D'Escoto, a través de un portavoz, Enrique Yeves.
"El presidente de la Asamblea me ha pedido que lo diga de una manera contundente: Cree que las soluciones y el diálogo no deben darse solamente en el G-8, o el G-20, o, pongamos, el G-40, sino en el G-192, que es la Asamblea General de la ONU", apuntó Yeves.
D'Escoto ha convocado a una reunión de alto nivel sobre la crisis para el próximo 30 de noviembre y nombrado a un grupo de expertos para preparar el encuentro que está encabezado por el profesor Stiglitz.
Las consecuencias de la crisis también dominarán el encuentro que celebrará el viernes en Nueva York el secretario general con los responsables de las agencias y programas que conforman el sistema de Naciones Unidas.
El administrador del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), Kemal Dervis, ya expresó el miércoles temor de que las presiones presupuestarias en los países ricos redunden en recortes en la ayuda oficial.
"No hemos visto recortes o retraso de programas, pero todavía es pronto y nos preocupa", admitió.