VILLAVICENCIO, Colombia (Reuters) - Primero fueron seducidos por la ilusión de sobresalir, empuñar un arma y tener estabilidad económica, pero ahora miles de niños colombianos son enrolados a filas de bandas armadas de manera forzada y bajo amenaza, en el conflicto interno que azota a la nación.
Organizaciones no gubernamentales alertaron que esa forma de reclutamiento, que ha llevado incluso a la extinción de pueblos indígenas, se está convirtiendo en una creciente causa del ya crítico problema de desplazamiento interno en Colombia, el más grave en el mundo fuera de Africa.
El preocupante fenómeno se presenta en las inhóspitas sabanas y selvas de los departamentos del Meta, Guainía, Vichada, Vaupés y Guaviare, en el sur y oriente del país.
La política de seguridad del presidente Alvaro Uribe ha replegado a guerrilleros izquierdistas de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), el mayor grupo rebelde del país con unos 10.000 combatientes; además de narcotraficantes y bandas emergentes de paramilitares de ultraderecha.
Esas organizaciones están enfrentadas en el conflicto armado interno más extenso del hemisferio Occidental, que ha cobrado miles de vidas en cuatro décadas.
Con miles de deserciones de miembros de base y de mandos medios, la guerrilla de las FARC y otros grupos están desesperados por incorporar combatientes menores de edad, que inicialmente cumplen funciones como mensajería y transporte de comida y pertrechos, para luego empuñar las armas.
"Anteriormente ellos utilizaban un método que era como en forma de conquista", dijo una joven de 16 años, quien pidió que su nombre no fuera mencionado, en una escuela en Villavicencio, capital del Meta.
"Ahora no es si uno quiere, sino que le toca obligatoriamente, y lo amenazan", afirmó.
La Agencia de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) calcula que en el 2007 había en el mundo 24,5 millones de desplazados internos repartidos en 52 países, la mitad de ellos en Africa.
El organismo estimó que en Colombia hay 3 millones de desplazados, muchos de los cuales sobreviven en construcciones rústicas, en zonas suburbanas, sin acceso a servicios públicos y rechazados por la sociedad.
MAS DESPLAZAMIENTO
"El reclutamiento de niños y adolescentes ha empezado a ser el principal problema del conflicto armado actualmente", sostuvo Jorge Rojas, presidente de la organización no gubernamental CODHES.
Ese grupo registró un aumento de un 41 por ciento en el desplazamiento en el primer semestre del 2008, frente al mismo lapso del 2007, equivalente a 270.000 personas.
La joven de 16 años viene de un inhóspito municipio del Meta, donde la seducción mediante invitaciones a tomar un refresco y bailar en la cantina del pueblo no sirvió para que ella se convenciera de ir a las montañas a combatir.
En la escuela, a las afueras de Villavicencio, se ofrece enseñanza a decenas de niños y jóvenes que han intentado reclutar las guerrillas y las otras bandas ilegales.
Un niño de 13 años, con su mirada fija, contó que guerrilleros intentaron reclutarlo luego de una jornada en la que cosechaba hojas de coca, la materia prima de la cocaína, en una localidad del suroriental departamento del Guaviare.
"Yo les dije que no quería, que allá había muchos bichos, pero yo sé que me convidaban a eso (...) a pelear en la guerra", recordó mientras una gota de sudor caía por una de sus mejillas luego de un partido de fútbol que jugó con sus compañeros de escuela.
AYUDA INSUFICIENTE
"Es un fenómeno muy preocupante en esta zona del país (...) definitivamente es un desafío", dijo Giovanni Lepri, jefe de la oficina de Villavicencio de ACNUR.
Para Lepri, el nivel de cohesión de las familias -pese a la precariedad de las condiciones en que sobreviven y con los cultivos ilegales como única fuente de sustento- ha sido un factor clave para que algunos niños se enfrenten y rechacen a quienes intentan reclutarlos.
"Se trata realmente de una de las primeras causas de desplazamiento (...) es una problemática muy actual y de mucha gravedad", precisó.
El coordinador del Area de Prevención, Emergencias y Retornos de la Agencia Presidencial para la Acción Social y Cooperación Internacional, Jaime Avendaño, destacó que el fenómeno también se presenta en zonas del norte y el noroeste del país.
"Esto también se presenta no sólo en la guerrilla, sino en las bandas de narcotraficantes. En general, la guerrilla ofrece dinero, pero también tiende a forzar a la gente", afirmó.
En algunos casos, "reclutadores" de bandas emergentes de paramilitares -que se nutren del narcotráfico y trabajan asociadas a los guerrilleros-, buscan también jóvenes ya reinsertados a la vida civil que tienen un pasado trágico de combates, buscando su experiencia y disciplina de campo.
La institución inició recientemente jornadas de atención a los niños desplazados en siete departamentos del país, con registro, valoración médica y nutricional, además de entrega de ayudas como mercados, vestidos y utensilios de aseo.
Pero críticos a la política de seguridad manifiestan que pese a que Uribe ha sido exitoso en recortar los elevados niveles de violencia, a las zonas "pacificadas" no han ingresado los servicios gubernamentales de salud, educación ni infraestructura.
(Reporte de Javier Mozzo Peña; Editado por Silene Ramírez)
Organizaciones no gubernamentales alertaron que esa forma de reclutamiento, que ha llevado incluso a la extinción de pueblos indígenas, se está convirtiendo en una creciente causa del ya crítico problema de desplazamiento interno en Colombia, el más grave en el mundo fuera de Africa.
El preocupante fenómeno se presenta en las inhóspitas sabanas y selvas de los departamentos del Meta, Guainía, Vichada, Vaupés y Guaviare, en el sur y oriente del país.
La política de seguridad del presidente Alvaro Uribe ha replegado a guerrilleros izquierdistas de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), el mayor grupo rebelde del país con unos 10.000 combatientes; además de narcotraficantes y bandas emergentes de paramilitares de ultraderecha.
Esas organizaciones están enfrentadas en el conflicto armado interno más extenso del hemisferio Occidental, que ha cobrado miles de vidas en cuatro décadas.
Con miles de deserciones de miembros de base y de mandos medios, la guerrilla de las FARC y otros grupos están desesperados por incorporar combatientes menores de edad, que inicialmente cumplen funciones como mensajería y transporte de comida y pertrechos, para luego empuñar las armas.
"Anteriormente ellos utilizaban un método que era como en forma de conquista", dijo una joven de 16 años, quien pidió que su nombre no fuera mencionado, en una escuela en Villavicencio, capital del Meta.
"Ahora no es si uno quiere, sino que le toca obligatoriamente, y lo amenazan", afirmó.
La Agencia de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) calcula que en el 2007 había en el mundo 24,5 millones de desplazados internos repartidos en 52 países, la mitad de ellos en Africa.
El organismo estimó que en Colombia hay 3 millones de desplazados, muchos de los cuales sobreviven en construcciones rústicas, en zonas suburbanas, sin acceso a servicios públicos y rechazados por la sociedad.
MAS DESPLAZAMIENTO
"El reclutamiento de niños y adolescentes ha empezado a ser el principal problema del conflicto armado actualmente", sostuvo Jorge Rojas, presidente de la organización no gubernamental CODHES.
Ese grupo registró un aumento de un 41 por ciento en el desplazamiento en el primer semestre del 2008, frente al mismo lapso del 2007, equivalente a 270.000 personas.
La joven de 16 años viene de un inhóspito municipio del Meta, donde la seducción mediante invitaciones a tomar un refresco y bailar en la cantina del pueblo no sirvió para que ella se convenciera de ir a las montañas a combatir.
En la escuela, a las afueras de Villavicencio, se ofrece enseñanza a decenas de niños y jóvenes que han intentado reclutar las guerrillas y las otras bandas ilegales.
Un niño de 13 años, con su mirada fija, contó que guerrilleros intentaron reclutarlo luego de una jornada en la que cosechaba hojas de coca, la materia prima de la cocaína, en una localidad del suroriental departamento del Guaviare.
"Yo les dije que no quería, que allá había muchos bichos, pero yo sé que me convidaban a eso (...) a pelear en la guerra", recordó mientras una gota de sudor caía por una de sus mejillas luego de un partido de fútbol que jugó con sus compañeros de escuela.
AYUDA INSUFICIENTE
"Es un fenómeno muy preocupante en esta zona del país (...) definitivamente es un desafío", dijo Giovanni Lepri, jefe de la oficina de Villavicencio de ACNUR.
Para Lepri, el nivel de cohesión de las familias -pese a la precariedad de las condiciones en que sobreviven y con los cultivos ilegales como única fuente de sustento- ha sido un factor clave para que algunos niños se enfrenten y rechacen a quienes intentan reclutarlos.
"Se trata realmente de una de las primeras causas de desplazamiento (...) es una problemática muy actual y de mucha gravedad", precisó.
El coordinador del Area de Prevención, Emergencias y Retornos de la Agencia Presidencial para la Acción Social y Cooperación Internacional, Jaime Avendaño, destacó que el fenómeno también se presenta en zonas del norte y el noroeste del país.
"Esto también se presenta no sólo en la guerrilla, sino en las bandas de narcotraficantes. En general, la guerrilla ofrece dinero, pero también tiende a forzar a la gente", afirmó.
En algunos casos, "reclutadores" de bandas emergentes de paramilitares -que se nutren del narcotráfico y trabajan asociadas a los guerrilleros-, buscan también jóvenes ya reinsertados a la vida civil que tienen un pasado trágico de combates, buscando su experiencia y disciplina de campo.
La institución inició recientemente jornadas de atención a los niños desplazados en siete departamentos del país, con registro, valoración médica y nutricional, además de entrega de ayudas como mercados, vestidos y utensilios de aseo.
Pero críticos a la política de seguridad manifiestan que pese a que Uribe ha sido exitoso en recortar los elevados niveles de violencia, a las zonas "pacificadas" no han ingresado los servicios gubernamentales de salud, educación ni infraestructura.
(Reporte de Javier Mozzo Peña; Editado por Silene Ramírez)
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