En un estudio en un campo de inmigrantes cerca de la localidad de San Nicola Varco, 100 kilómetros al sur de Nápoles, funcionarios de la OIM encontraron a unos 1.200 inmigrantes ocupando edificios abandonados sin agua ni electricidad, ganándose la vida entre pilas de basura.
Los jóvenes, en su mayoría de Marruecos, reciben un salario de entre 15 y 25 euros (21 y 35 dólares) por una jornada laboral de 12 horas en invernaderos y campos cercanos, sin contratos de trabajo.
Sus empleadores generalmente les cobran bienes básicos como el transporte y el agua en las sofocantes temperaturas de verano en el sur de Italia.
"La emergencia humanitaria se ha vuelto grave porque están viviendo en condiciones que no son sostenibles", dijo Flavio Di Giacomo, portavoz de la OIM en Italia. "Los salarios están muy por debajo del mínimo. Es una especie de esclavitud", añadió.
Di Giacomo dijo que San Nicola Varco es uno de los mayores asentamientos de inmigrantes, pero hay muchos otros en todo el sur de Italia e incluso en el próspero norte.
"Estamos hablando de varios miles de inmigrantes en total", comentó.
Muchos de ellos han pagado hasta 8.000 euros por persona a un intermediario en su país por la promesa de un contrato temporal en Italia, dijo la OIM.
"Una vez que llegaron a Italia, los inmigrantes descubrieron que su empleador había desaparecido o simplemente se negaba a darles trabajo. Sin un permiso legal de trabajo, muchos cayeron en la explotación", dijo Peter Schatzer, representante regional de la OIM en Roma.
Todos los años, Italia fija una cuota que establece el número de trabajadores inmigrantes que pueden entrar al país como empleados temporales para el gran sector agrícola.
La OIM dijo que el trabajo ilegal, sobre todo en el campo, es un fenómeno generalizado en Italia. Estadísticas oficiales muestran que representa entre el 15,9 y el 17,6 por ciento del producto interno bruto.
El primer ministro Silvio Berlusconi fue electo por amplia mayoría el año pasado con una promesa de controlar la inmigración ilegal y la creciente criminalidad, que muchos italianos vinculan a los inmigrantes.
Su Gobierno chocó con ACNUR, la agencia de refugiados de la ONU, por un acuerdo que permite a Italia enviar de regreso botes libios interceptados en el Mediterráneo con potenciales inmigrantes a bordo.
(Reporte de Daniel Flynn; Editado en español por Patricia Avila)
Los jóvenes, en su mayoría de Marruecos, reciben un salario de entre 15 y 25 euros (21 y 35 dólares) por una jornada laboral de 12 horas en invernaderos y campos cercanos, sin contratos de trabajo.
Sus empleadores generalmente les cobran bienes básicos como el transporte y el agua en las sofocantes temperaturas de verano en el sur de Italia.
"La emergencia humanitaria se ha vuelto grave porque están viviendo en condiciones que no son sostenibles", dijo Flavio Di Giacomo, portavoz de la OIM en Italia. "Los salarios están muy por debajo del mínimo. Es una especie de esclavitud", añadió.
Di Giacomo dijo que San Nicola Varco es uno de los mayores asentamientos de inmigrantes, pero hay muchos otros en todo el sur de Italia e incluso en el próspero norte.
"Estamos hablando de varios miles de inmigrantes en total", comentó.
Muchos de ellos han pagado hasta 8.000 euros por persona a un intermediario en su país por la promesa de un contrato temporal en Italia, dijo la OIM.
"Una vez que llegaron a Italia, los inmigrantes descubrieron que su empleador había desaparecido o simplemente se negaba a darles trabajo. Sin un permiso legal de trabajo, muchos cayeron en la explotación", dijo Peter Schatzer, representante regional de la OIM en Roma.
Todos los años, Italia fija una cuota que establece el número de trabajadores inmigrantes que pueden entrar al país como empleados temporales para el gran sector agrícola.
La OIM dijo que el trabajo ilegal, sobre todo en el campo, es un fenómeno generalizado en Italia. Estadísticas oficiales muestran que representa entre el 15,9 y el 17,6 por ciento del producto interno bruto.
El primer ministro Silvio Berlusconi fue electo por amplia mayoría el año pasado con una promesa de controlar la inmigración ilegal y la creciente criminalidad, que muchos italianos vinculan a los inmigrantes.
Su Gobierno chocó con ACNUR, la agencia de refugiados de la ONU, por un acuerdo que permite a Italia enviar de regreso botes libios interceptados en el Mediterráneo con potenciales inmigrantes a bordo.
(Reporte de Daniel Flynn; Editado en español por Patricia Avila)
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