Beirut, 18 dic (Efe).- Huyen de la violencia en Irak y sus historias son dramas de vidas rotas, pero muchos refugiados iraquíes no pierden la esperanza y llegan al Líbano de forma ilegal a la espera de encontrar un tercer país que les acoja.
Y es que prefieren arriesgarse a entrar ilegalmente en el Líbano, que no proporciona asilo a los refugiados iraquíes, a vivir con miedo en su propio país.
En territorio libanés una ilusión alimenta su día a día: conseguir un visado para viajar a otro lugar y poder reanudar sus vidas.
Según la portavoz del Alto Comisariado de Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), Laure Chedrawila, "en el Líbano hay unos 50.000 refugiados iraquíes, de los que el 50 por ciento son chiíes y el 25 por ciento cristianos, aunque sólo hay 10.000 registrados en nuestras oficinas".
El país árabe no proporciona asilo a los desplazados de Irak, que pueden ser condenados a penas de hasta tres años de cárcel y se enfrentan a muchas restricciones por estar en situación ilegal en el Líbano.
Chedrawila explicó a Efe que una de las principales tareas de ACNUR en el Líbano es encontrar una tierra de acogida para los iraquíes que más lo necesitan.
El número de plazas es reducido, a pesar de que su número ha aumentado este año: de 470 aceptados en otros países en 2007, el numero ha pasado a 2.000, la mayoría en EEUU.
Los refugiados salen del Líbano con un salvoconducto que les proporciona la ONU, aunque antes tienen que pagar a las autoridades libanesas 400 dólares por cada año que han permanecido en el país.
Abandonar el Líbano es la ilusión de Rana Ramzi Butros, de 30 años, una cristiana que salió de Irak con sus tres hijos -de nueve, seis y dos años-, poco después de que los insurgentes asesinarán en febrero pasado a su esposo junto al Arzobispo católico caldeo, Boulos Faray Raho.
El número de refugiados cristianos ha aumentado en los últimos tiempos, al haberse convertido en blanco de radicales vinculados con la red terrorista Al Qaeda en el norte de Irak.
"No sólo mataron a mi marido, sino que también nos amenazaban a diario por teléfono. Incluso nos denunciaron a la Policía como terroristas y cuando recibíamos el pésame por la muerte de mi esposo vino un grupo de soldados estadounidenses y registró todo en casa, incluso los pañales que llevaba puestos mi pequeña", aseguró Butros.
Cansada de vivir atemorizada, Butros decidió huir al Líbano, tras pagar 1.500 dólares por los billetes de avión y otros 500 a la persona que les facilito la entrada ilegal en el país.
Pero Butros sigue soñando: tras conseguir un salvoconducto de la ONU, su intención es viajar el próximo mes a Detroit (EEUU) para iniciar allí una nueva vida, quiere estudiar para poder trabajar y sacar adelante a su familia.
Precisamente, viajar a EEUU es también el objetivo de Hani Razuki Mansur Al Kisa, que tuvo que huir de Irak por las amenazas que sufría su hijo por trabajar con las fuerzas estadounidenses.
Y es que el mayor "pecado" de su hijo fue ser peluquero en una de las bases del Ejército de EEUU en el país árabe, motivo por el que fue secuestrado, aunque su padre consiguió su liberación, previo pago de 8.000 dólares.
En Irak, Al Kisa trabajaba como taxista y tenía un negocio de bebidas, mientras que en el Líbano, está en paro, sin dinero y a la espera de poder emigrar a EEUU, donde reside una hija suya, después de que Australia, donde viven otros dos de sus hijos, rechazara concederle asilo.
Para la asistenta social de Cáritas Rania Cheba cada vez hay más iraquíes que viajan al Líbano en busca de una vida mejor.
"Antes de octubre, recibíamos a cuatro o cinco familias por semana, hoy su número asciende a diez o quince, la mayoría cristianos por el aumento de las persecuciones contra este credo", explicó.
Sean cristianos o musulmanes, todos persiguen un fin: encontrar una tierra que los acoja, lejos de la violencia. EFE
Y es que prefieren arriesgarse a entrar ilegalmente en el Líbano, que no proporciona asilo a los refugiados iraquíes, a vivir con miedo en su propio país.
En territorio libanés una ilusión alimenta su día a día: conseguir un visado para viajar a otro lugar y poder reanudar sus vidas.
Según la portavoz del Alto Comisariado de Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), Laure Chedrawila, "en el Líbano hay unos 50.000 refugiados iraquíes, de los que el 50 por ciento son chiíes y el 25 por ciento cristianos, aunque sólo hay 10.000 registrados en nuestras oficinas".
El país árabe no proporciona asilo a los desplazados de Irak, que pueden ser condenados a penas de hasta tres años de cárcel y se enfrentan a muchas restricciones por estar en situación ilegal en el Líbano.
Chedrawila explicó a Efe que una de las principales tareas de ACNUR en el Líbano es encontrar una tierra de acogida para los iraquíes que más lo necesitan.
El número de plazas es reducido, a pesar de que su número ha aumentado este año: de 470 aceptados en otros países en 2007, el numero ha pasado a 2.000, la mayoría en EEUU.
Los refugiados salen del Líbano con un salvoconducto que les proporciona la ONU, aunque antes tienen que pagar a las autoridades libanesas 400 dólares por cada año que han permanecido en el país.
Abandonar el Líbano es la ilusión de Rana Ramzi Butros, de 30 años, una cristiana que salió de Irak con sus tres hijos -de nueve, seis y dos años-, poco después de que los insurgentes asesinarán en febrero pasado a su esposo junto al Arzobispo católico caldeo, Boulos Faray Raho.
El número de refugiados cristianos ha aumentado en los últimos tiempos, al haberse convertido en blanco de radicales vinculados con la red terrorista Al Qaeda en el norte de Irak.
"No sólo mataron a mi marido, sino que también nos amenazaban a diario por teléfono. Incluso nos denunciaron a la Policía como terroristas y cuando recibíamos el pésame por la muerte de mi esposo vino un grupo de soldados estadounidenses y registró todo en casa, incluso los pañales que llevaba puestos mi pequeña", aseguró Butros.
Cansada de vivir atemorizada, Butros decidió huir al Líbano, tras pagar 1.500 dólares por los billetes de avión y otros 500 a la persona que les facilito la entrada ilegal en el país.
Pero Butros sigue soñando: tras conseguir un salvoconducto de la ONU, su intención es viajar el próximo mes a Detroit (EEUU) para iniciar allí una nueva vida, quiere estudiar para poder trabajar y sacar adelante a su familia.
Precisamente, viajar a EEUU es también el objetivo de Hani Razuki Mansur Al Kisa, que tuvo que huir de Irak por las amenazas que sufría su hijo por trabajar con las fuerzas estadounidenses.
Y es que el mayor "pecado" de su hijo fue ser peluquero en una de las bases del Ejército de EEUU en el país árabe, motivo por el que fue secuestrado, aunque su padre consiguió su liberación, previo pago de 8.000 dólares.
En Irak, Al Kisa trabajaba como taxista y tenía un negocio de bebidas, mientras que en el Líbano, está en paro, sin dinero y a la espera de poder emigrar a EEUU, donde reside una hija suya, después de que Australia, donde viven otros dos de sus hijos, rechazara concederle asilo.
Para la asistenta social de Cáritas Rania Cheba cada vez hay más iraquíes que viajan al Líbano en busca de una vida mejor.
"Antes de octubre, recibíamos a cuatro o cinco familias por semana, hoy su número asciende a diez o quince, la mayoría cristianos por el aumento de las persecuciones contra este credo", explicó.
Sean cristianos o musulmanes, todos persiguen un fin: encontrar una tierra que los acoja, lejos de la violencia. EFE
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