Ginebra, 11 nov (EFE).- Las agencias de Naciones Unidas que están intentando ayudar a la población civil que huye de los combates en la República Democrática del Congo (RDC) definieron hoy la situación en el terreno como un agujero negro humanitario.
"La situación es muy preocupante, la ayuda es cada vez más necesaria, y en cambio, en algunas zonas, se han tenido que suspender las acciones por culpa de la intensificación en los combates, como en Rutshuru o el Sur de Lubero, lo que ocurre es un auténtico agujero negro humanitario", afirmó Elisabeth Byrs, portavoz de la Oficina de Naciones Unidas para la Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA).
La suspensión de las actividades humanitarias impide que se distribuya a los desplazados internos comida, agua y material para refugiarse.
De hecho, la región de Rutshuru-Kiwanja está sin asistencia humanitaria desde el 29 de octubre, a excepción del trabajo que realiza Médicos Sin Fronteras en el hospital de Rutshuru.
En el resto de la región de Kibu del Norte -donde desde hace semanas se enfrenta el ejército con las fuerzas rebeldes tutsis- "la situación se mantiene un poco más calma, algo que hace temer un recrudecimiento de los combates", agregó Byrs.
El Programa Mundial de Alimentos (PAM) se mostró "absolutamente preocupado" por la falta de acceso a diversas zonas del país, y recordó que para hacer frente a la catástrofe humana en los próximos cinco meses, son necesarios 61 millones de dólares.
La Alta Comisaria de Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) definió la situación como "volátil" y se mostró especialmente preocupada por la suerte de 65.000 desplazados internos que viven en los dos campos de Kibati, dado la cercanía de los combatientes.
Asimismo, denunció los constantes desplazamientos de personas en los alrededores de Rutshuru y Kanyabayonga, "donde el acceso es imposibles por la continua inseguridad", dijo el portavoz de la institución, Ron Redmond.
Se calcula que hay más de un millón de desplazados internos en el nordeste del país.
Para la Organización Mundial de la Salud (OMS), la mayor preocupación es que se propaguen los casos de cólera, que ya comienzan a hacer estragos entre los hacinados de los campos de refugiados, dado que no tienen acceso a agua potable.
Unicef no sólo está haciendo hincapié en la lucha contra el cólera, sino que ha emprendido una campaña de vacunación de menores contra el sarampión.
Las enfermedades contagiosas, como el cólera, el sarampión, la fiebre amarilla o la tuberculosis, son endémicas en el país, que cuenta con uno de los niveles más elevados del mundo de muertes materno-infantiles.
Por otra parte, Unicef ha especificado que por el momento no se han detectado nuevos movimientos de reclutamiento infantil, tras las denuncias de la semana pasada. EFE
"La situación es muy preocupante, la ayuda es cada vez más necesaria, y en cambio, en algunas zonas, se han tenido que suspender las acciones por culpa de la intensificación en los combates, como en Rutshuru o el Sur de Lubero, lo que ocurre es un auténtico agujero negro humanitario", afirmó Elisabeth Byrs, portavoz de la Oficina de Naciones Unidas para la Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA).
La suspensión de las actividades humanitarias impide que se distribuya a los desplazados internos comida, agua y material para refugiarse.
De hecho, la región de Rutshuru-Kiwanja está sin asistencia humanitaria desde el 29 de octubre, a excepción del trabajo que realiza Médicos Sin Fronteras en el hospital de Rutshuru.
En el resto de la región de Kibu del Norte -donde desde hace semanas se enfrenta el ejército con las fuerzas rebeldes tutsis- "la situación se mantiene un poco más calma, algo que hace temer un recrudecimiento de los combates", agregó Byrs.
El Programa Mundial de Alimentos (PAM) se mostró "absolutamente preocupado" por la falta de acceso a diversas zonas del país, y recordó que para hacer frente a la catástrofe humana en los próximos cinco meses, son necesarios 61 millones de dólares.
La Alta Comisaria de Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) definió la situación como "volátil" y se mostró especialmente preocupada por la suerte de 65.000 desplazados internos que viven en los dos campos de Kibati, dado la cercanía de los combatientes.
Asimismo, denunció los constantes desplazamientos de personas en los alrededores de Rutshuru y Kanyabayonga, "donde el acceso es imposibles por la continua inseguridad", dijo el portavoz de la institución, Ron Redmond.
Se calcula que hay más de un millón de desplazados internos en el nordeste del país.
Para la Organización Mundial de la Salud (OMS), la mayor preocupación es que se propaguen los casos de cólera, que ya comienzan a hacer estragos entre los hacinados de los campos de refugiados, dado que no tienen acceso a agua potable.
Unicef no sólo está haciendo hincapié en la lucha contra el cólera, sino que ha emprendido una campaña de vacunación de menores contra el sarampión.
Las enfermedades contagiosas, como el cólera, el sarampión, la fiebre amarilla o la tuberculosis, son endémicas en el país, que cuenta con uno de los niveles más elevados del mundo de muertes materno-infantiles.
Por otra parte, Unicef ha especificado que por el momento no se han detectado nuevos movimientos de reclutamiento infantil, tras las denuncias de la semana pasada. EFE
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