19 julio, 2008

LA CARA OCULTA DE LA JUSTICIA Y REPARACIÓN PARA LAS VICTIMAS DE LOS PARAMILITARES parte 1

En busca de Verdad, Justicia y Reparación para las
Víctimas Colombianas de la Violencia Paramilitar

“La única manera de cambiar el destino de la nación es ayudando a las
víctimas a que nos cuenten lo que pasaron”.

Hollman Morris.
El 4 de febrero de 2008, hubo una marcha de millones de colombianos en demostración de su terminante rechazo a la violencia de las FARC. Se trató de un auténtico e inspirador reclamo de colombianos cansados de las horrorosas tácticas de la guerrilla y una muestra de solidaridad con el sufrimiento de los muchos colombianos cautivos en manos de las FARC durante años. Aunque esta marcha fue una iniciativa ciudadana, contó con el decidido respaldo del gobierno, cuyo Presidente Álvaro Uribe manifestó “nuestra voz de gratitud a todos los colombianos que hoy han expresado con dignidad y con fortaleza el rechazo al secuestro y a los secuestradores”.

1 Para muchas de las víctimas de la violencia paramilitar, la enorme dimensión de esta marcha les planteó la pregunta de por qué esa misma sociedad colombiana que se mantuvo tan unida en apoyo de las víctimas de las FARC les negaba su respaldo. ¿Por qué a tan pocos de ellos parecía importar las familias de las miles de personas que habían sido asesinadas o desaparecidas por los paramilitares, las fosas comunes que había en el campo,los cuerpos que habían sido arrastrados a las márgenes de los ríos o las miles de personas que habían sido forzadas a dejar sus hogares, muchas de ellas
por la violencia paramilitar? ¿Por qué el gobierno daba su apoyo y credibilidad a esta marcha, pero nada dice sobre los crímenes cometidos por las fuerzas paramilitares? Las víctimas convocaron a una segunda marcha un mes después, en rechazo a la violencia de las fuerzas paramilitares y también a los actos de los soldados y políticos que las habían apoyado. Como explicara el activista Iván Cepeda, las víctimas querían que la sociedad colombiana “…le rinda un muy justo homenaje a los desplazados, a los desaparecidos, a los familiares de los asesinados y masacrados…No sólo queremos que sea un momento de hacer memoria, sino de solidaridad”.

2 Pero, mientras la sociedad colombiana se mostraba dividida en cuanto a la idea de participar, el gobierno se distanció de esta marcha y sus organizadores se enfrentaron con una ola de amenazas de muerte y violencia.

El cuento de las dos marchas sirve para explicar porqué fue tan controvertido un proceso que desmovilizó a miles de paramilitares, integrantes de un grupo armado asesino. Después de un pasmoso período de violencia, las víctimas aguardan y demandan no sólo el fin de la violencia, sino una medida más concreta de verdad, justicia y reparación. Pero las víctimas de la violencia paramilitar aún esperan el tan ansiado reconocimiento de parte del gobierno y de la sociedad colombiana:
que reconozcan lo que sufrieron, que admitan el rol que tuvieron las autoridades de gobierno, los políticos y miembros de las fuerzas armadas de Colombia en ayudar e instigar las atrocidades de las autodefensas, y que digan: “Nunca más”.

Hay un temor palpable de que la desmovilización sea una farsa—de que haya grupos que en realidad nunca se desmovilizaron, de que otros estén volviendo a armarse, mientras el poder paramilitar sigue dominando a la política nacional y las comunidades locales.
En este informe se analizará el marco oficial para la desmovilización de los paramilitares y las escasas oportunidades de conseguir la verdad, justicia y reparación que viene ofreciendo el gobierno. Luego, se destacarán algunos de los intentos muchas veces heroicos de diversos sectores de la sociedad—activistas de derechos humanos, periodistas, miembros del poder judicial, y especialmente las víctimas—de traspasar

opinión que encendieron el debate público sobre un tema que desde hacía mucho tiempo era mantenido en silencio. Los tribunales supremos de Colombia abrieron sus puertas para dar más justicia de la que contemplaba el ejecutivo, imponiendo algunos patrones mínimos para aplicar la ley de desmovilización y llevando a la justicia a los políticos que protegían a paramilitares. Para fines de 2007, la columnista de la revista Semana, María Teresa Ronderos, decía “Saltaron como liebres del sombrero del mago nombres de empresarios, militares y otros cómplices de la barbarie paramilitar…. La verdad que emergió este año ha sido lo suficientemente
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